La diferenciación de tratamientos a ciertos bienes por el gobierno y sus políticas, si bien argumentado con base a protección de intereses máximos de una economía, lo cierto es que violan de manera tajante la presunta garantía de igualdad que una democracia republicana debe ofrecer.
Como ejemplo, que la importación de un automóvil tenga tantos requisitos específicos, respecto la importación de una computadora de escritorio, muestra el proteccionismo del gobierno al sector automotriz, solo basado realmente en argumentos meramente monetarios (suma de ventas, impuestos, e incluso salarios), que no sustentan protección de un bien mayor para la economía mexicana.
Al final, por más que sume un sector, abstractamente concebirlo estratégico, realmente solo busca protección de intereses particulares ante los de la ciudadanía integralmente.
En base a lo anterior, la idea de la zona libre, debiese homogeneizar el tratamiento de todos los bienes a importar, y dejar de lado políticas proteccionistas tan dañinas. Y si hay proteccionismo que pueda justificarse científicamente, que se haga y se fije temporalidad, pues de lo contrario solo se generan prácticas monopólicas.
Ello generaría un ejemplo ideal de mercado competitivo, solo restringido por legislaciones de seguridad y protección ambiental, suficientes. Dicho mercado, deberá entonces mostrar los amplios beneficios de la competencia, frente al proteccionismo.
De igual forma, bienes como los combustibles, medicinas, equipo innovador para diversos subsectores, si bien con regulaciones correspondientes inherentes, tendrían mayor viabilidad de comerciarse, arrojando los beneficios de un comercio libre y competitivo.
(sigue 7a parte)
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